jueves, 26 de noviembre de 2009

Una de miedo… y de misterio

–– Bueno, pues aquí estamos. Por fin cara a cara. ¿Ahora qué hacemos?
–– ¿Aparte de tomarnos estas cañas?
–– Sí, jeje. Y aparte de que tú te sigas comiendo estas patatas rancias.
–– Mmm… no sé. Yo empezaría por contarnos nuestros miedos.
–– Uuuuh… miedo. Qué tétrico. ¿No hay un tema mejor para conocerse?
–– Claro, tonta. Tú sabes que sí. Ya hemos hablado de un montón de temas, y lo bueno es que no se agotan.
–– Y duran… y duran… ¡ja, ja, ja!
–– Sí. Como el “conejito DurexFlex”, ¡ja, ja, ja! Me refiero… Sabes a qué me refiero. Eres importante. Estoy muy a gusto contigo. Tú también conmigo. Llevo ya un rato jugando con tu mano y no me había dado cuenta hasta ahora… ¡Ja, ja, ja! ¡No la quites!
–– Jooo… qué tonto.
–– A lo que iba. (Hablando de tonto…) Hasta ahora casi todo han sido risas y tonteo. Como sigamos así, de aquí a la cama hay un paso... ¡Uf…!
–– ¿Por qué Uf?
–– ¿Ves? Ya tenemos un ejemplo. Yo tengo un miedo tremendo a que el sexo lo invada todo antes de tiempo. A que nos camuflemos en él sin saber quiénes somos realmente y si nos queremos de verdad. Me pareces un ENCANTO con mayúsculas; me transmites un feeling increíble, y me encantaría quererte de verdad. Ni te imaginas cómo. Pero tengo miedo. Sólo quiero estar seguro.
–– Oooh… qué mono…
–– ¿Y tú de qué tienes miedo, guapísima?
–– Mmm… pero eso… eso tendrías que adivinarlo tú, ¿no? Es que si te lo digo, se pierde el misterio.
–– ¿Misterio? Jejeje. ¿Pero para qué quieres misterio? Para eso mejor nos tragamos un episodio de C.S.I., ¿no?
–– Sip. O una de Agatha Christie, jijiji.
–– Vaaaaaaale. Creo que capito.
–– ¿Capitas?, jajaja.
–– Sí, jajaja.
–– Mmm…
–– Aaaay… mi cosita misteriosa… ¿Tienes miedo a decirme tus miedos? No importa, te entiendo. Sólo quiero que sepas que estoy aquí. Que mis intenciones son las mejores. Y que te escucho. ¿Vale?
–– Vale.
–– ¿Estás bien?
–– Ni te imaginas cómo.
–– ¡Pero estás temblando!
–– Sip.
–– ¿Tienes frío?
–– No, jajaja. Tengo miedo.
–– ¿Ah, sí? Jajaja. ¿A qué?
–– A darte un beso.
–– ¡Vaya! ¿Y te gustaría quit…?
–– Muaaaaaac

viernes, 20 de noviembre de 2009

…van contigo donde quiera que tú vas


–– (Vaya… no puede ser. ¿Es el móvil? ¡Oh no! ¡Horror!)
–– Hola fenómeno, ¿cómo lo llevas?
–– Bien, bien. ¿Quién eres? ¿Eres el de arriba?
–– Sí bueno, uno de ellos. El-De-Arriba en sí está librando, que hoy es domingo. Yo sólo soy un mandao.
–– Ah, bien. ¿Y qué quieres? ¿Pasa algo?
–– No, nada. Aquí, que acabo de reiniciar el Love Arrows 3.0. y me da error. ¿Ya has vuelto a cagarla?
–– No, bueno. En realidad he acertado el tiro. Sólo que he dado a otro blanco. Un imprevisto, digamos.
–– ¡La madre que te trajo! ¿Estás en las nubes, eh?
–– ¡Claro! ¡Igual que tú! Bueno, ¿y ahora qué pasa? ¿Me vais a castigar?
–– Pues no sé. Estaba pensando en suspenderte de empleo y sueldo.
–– ¿Sueldo? ¡Pero si no cobro ni un euro!
–– Claro, porque trabajas por Amor… al arte. Es lo suyo, ¿no?
–– Sí, pero luego queréis encima que sea infalible. Por ese precio… a ver quién os iba a hacer un mejor servicio.
–– Pues el que encendió el pebetero de Barcelona’92, por ejemplo. Ese sí que es un profesional.
–– Sí, pero lleva 17 años dándoos largas… Por no hablar de Guillermo Tell, que ya son siglos. ¡Es que sois unos explotadores! A ver cuándo me ponéis refuerzos, que no doy abasto. ¡No me siento reconocido! Bien o mal, yo cumplo con mi trabajo...
–– El problema es que casi siempre es mal. La mayoría de tus flechazos crean unas ilusiones que luego se ven defraudadas. Deberías tener más cuidado, que luego se rompen los corazones, y no es tan fácil arreglarlos.
–– Ya, pero en el fondo, ¿qué más da que junte una media naranja con una media sandía? ¿También es redonda, no? Bueeeeno, vale, ya sé que no es lo mismo, pero al final funciona, ¿no? Hay que aceptar las diferencias.
–– Sí, funciona o se quiere pretender que funciona. Y luego también depende de cómo sean las diferencias. Porque menudo ejemplo me has puesto… ¡Miedo me das! Además, se supone que te contratamos para que seas romántico. ¿Qué mierda estás diciendo? En la próxima Junta Directiva vamos a estudiar seriamente tu sustitución por alguien que represente fielmente los ideales y valores de tu cargo, que abogue por el romanticismo. ¡Habráse visto!
–– Vaaaaaale. ¿Pero mientras tanto puedo seguir? ¿Puedo irme ya, que me quedan unos cuantos flechazos pendientes?
–– Por supuesto, pero más vale que mejores tu puntería o tendrás noticias nuestras.
–– De acuerdo. Buenas tardes.
–– Buenas tardes.
–– (Buf, vaya charla… Qué pesados, siempre con lo mismo. Y el caso es que yo lo intento. Os aseguro que lo intento. En fin, corramos un Cupido velo…).

viernes, 13 de noviembre de 2009

Ya no...


Vuelvo a mirar a la vida.
Atrás queda lo increíble, lo precioso. Lo imposible.
Caer de un guindo. Sin perdones. Sin rencores.
Se va curando la herida
en la lejanía.
Aprender que las promesas no reclaman merecidos.
Que lo pasado no vuelve. Que aceptar es el camino.
Que tu cuerpo y tus ojazos no vibrarán a mi ritmo;
no brillarán encendidos.
Ya no, mi niña. Ya no eres mía.
Ya no soy tuyo.
Sólo nos queda el recuerdo…
Inocencia rescatada, dibujando tu reflejo.
Esa boca besable, esa pícara lengua. Tu humedad en mi miembro.
Porque querer es queriendo, con el reloj congelado.
Imán de caricias. Abrazo infinito. Fusión de dos cuerpos…
Porque si follamos el amor, ¿luego qué hacemos?

Pero no. Ya no es amor. No puede serlo.
Ya no es real, aunque lo siga siendo. Y ahora serán otros labios los que merezcan mis besos.
Nunca fuiste pesadilla.
Ahora tampoco eres sueño.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Y si fuera ella?

(EJERCICIO TEÓRICO PRÁCTICO)

Le diría:
Estoy aquí. Te estaba esperando, y tú me estabas buscando, aunque ninguno de los dos lo supiéramos.

Le diría:
Eres tú la que puede sacarme de mi cueva. Eres tú la maravilla de la naturaleza que puede despertarme y abrirme a la vida, a ti y al resto del mundo. La que puede sacarme todo lo bueno que llevo dentro y que, por incomprensible que parezca, me empeño en esconder. La que puede fomentar mis cualidades, que necesitan un complemento, una musa, un espejo de mirada chispeante para salir a la luz. La que, con sólo una sonrisa, puede revitalizar plenamente a este bolígrafo alicaído, que en el fondo está ansioso por manifestarse y eyacular toda su tinta sobre esta libreta, virgen de palabras pero no de ideas. Eres tú porque lo leo en tus ojos. Y porque tú lo lees en los míos. Si no, no tendría sentido.

Le diría:
Vas a enseñarme cosas que sólo tú puedes enseñarme. Voy a enseñarte cosas de ti misma que jamás habías imaginado. Y viceversa. Vamos a ser uno. Vamos a ser dos. Vamos a ser infinito. Tú puedes conseguir, por fin, que ame a alguien de verdad, sin trabas, sin terceras personas, sin “no es el momento”, sin miedos. Ahora mismo, por supuesto que tengo miedo. Mucho. Pero contigo será diferente. Tú eres capaz de ir quitándomelo, de ir aparcando mis complejos, de ir abriéndome poco a poco tal y como soy. Lo presiento. De hecho, lo sé. Y tú también lo sabes.

Le diría:
No quiero que me pises el corazón, porque no lo soportaría. Y porque yo no te voy a pisar el tuyo; sólo te lo voy a acariciar muy lentamente, como símbolo de todo tu cuerpo. Sí quiero que me cures todas mis heridas, porque sé que puedes hacerlo, pero también te pido paciencia, comprensión y mucha confianza. Y no me dejaré si tú no me permites también que cure las tuyas.

Le diría:
Puedo hacerte sentir la mujer más bonita del mundo. Primero, porque lo eres; o al menos yo lo siento así. Y con eso me basta. Y luego también, por puro agradecimiento, por gratitud infinita y por otros muchos sentimientos preciosos que irán surgiendo y que ahora mismo son un enigma para ambos.

Le diría:
No va a ser fácil; tampoco podemos engañarnos. La perfección no existe y, a las múltiples risas y momentos maravillosos, es probable que les acompañen algunos llantos y momentos duros o, simplemente, anodinos. Pero si los dos queremos, podremos conseguir que la balanza se decante claramente hacia lo positivo. Y que seamos eternos. Y que lo nuestro, por encima de todo, merezca muchísimo la pena. Porque querer es poder. Y si tú quieres, yo quiero.