Me llegas hasta el intríngulis de mis desvelos,
donde las ramas se aletargan al compás de los druidas inocentes
que pueblan la noche.
No exento de tus sueños está el andar de los andares,
que, cuando el río suena, lleva agua de otros mares,
perdidos de colores remanentes.
Como la blanca flor de los estanques.
Y estancado está tu recuerdo, mientras cada noche que pasa,
silba una daga, afilada y silenciosa,
como nunca que eres mía,
como siempre que eres reina.
Desde el atril de la espesura,
dibujo las intensas llamaradas de la pasión
que ciega tu pecho. Tu carne. Tu lecho.
Y cuando mañana alboreen relámpagos de grandeza,
despiértame por la avenida,
y pinta una retaguardia que no albergue derrotas,
sino delirios de amantes.
Sedientos. Picantes…
Inspirado a partir de este locurón... después de aplicarlo al mío propio, por supuesto :D
sábado, 4 de junio de 2011
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